Sí, no es por ser alarmistas, pero las galletas NO son un buen desayuno. Durante años en esta casa hemos alimentado a los peques por las mañanas con leche con galletas. Nosotras mismas antes de ir al trabajo éramos capaces de tomarnos del orden de unas 10 galletas (desayuno rápido e indoloro, to’pa’dentro). Ser mamá, al menos para nosotras, ha significado informarnos más acerca de alimentación. Así que os contamos por qué no son saludables: alto contenido en harinas refinadas, aceites refinados, grasas saturadas, sal y cantidad ingente de azúcar.
Según este artículo, que os invitamos a leer, son «equiparables a la bollería industrial» y «su escaso precio y comodidad de consumo las ha elevado al podio de comidas más populares». Además, se les une el handycap de que durante años hemos creído que eran saludables y parte de un buen desayuno equilibrado. Es más, en dicho artículo, exponen cómo «durante mucho tiempo, las dietas que mandaban los endocrinos para que el españolito medio acabara con su sobrepeso, incluían un curioso ingrediente en el apartado de desayuno: seis galletas maría». Algo que actualmente pondría los pelos de punta a cualquier nutricionista.
Y no creáis que las integrales, o las sin azúcar o las de fórmula artesana son mejores: algunas llevan incluso más grasa que las normales y sólo suponen un lavado de cara. Como decía Deborah García en este artículo: «por mucho que a una galleta le quitemos el aceite de palma, seguirá sin ser saludable y no podemos dejarnos convencer de lo contrario”.
Tampoco os fiéis de las galletas para bebés. Son un timo, por mucho que haya listas de introducción de alimentos en bebés donde las incluyan. Ya os hablamos en un post que escribimos a partir de uno de Juan Llorca de que un bebé NO necesita los componentes de estas galletas: harina refinada, aceite refinado, sal y azúcar refinada a punta pala. Todo un despropósito (info e imagen de ¿Esto qué lleva?).
En este otro artículo titulado Basta ya de nutripolleces, una madre cuenta cómo antes de tener tanta información, vivía feliz en su ignorancia nutricional (¡como nosotras!). En lo que nos hemos sentido reflejadas a lo largo de la lectura es en cómo nuestras compras en el súper de turno se eternizan mirando ingredientes, comparando y comparando (y después de mirar y remirar, optar por dejar las galletas de nuevo en su estantería). Si te interesa, en este artículo de Aplicando BLW hacen una relación de los ingredientes que llevan varias marcas de galletas. Y otra cosa súper importante que también expone en el artículo: no demonizar a los papás por alimentar de tal o cual manera a sus hijos.
Y sí, en casa compramos galletas. Y un paquete puede durarnos meses infinitos. Es decir, hemos conseguido pasar del uso cotidiano de las galletas a algo totalmente esporádico y ocasional. Seguimos en nuestro mood de equilibrio, de no ser extremistas y de seguir informándonos (no os perdáis el escrito «que supuso un antes y un después de la concepción nutricional que se tenía de este producto. Se trata del texto del dietista Julio Basulto, La galleta María es tan “bollería” como el croissant«). Y si queréis otra opinión (no está demás contrastarlas siempre que se pueda), la AEP (Asociación Española de Pediatría) también se pronunció al respecto aquí, exponiendo que «no existen alimentos buenos o malos sino una alimentación saludable o no». No estamos muy de acuerdo en que afirmen que «las galletas –como otras formas de cereales– son buenos instrumentos para conseguir hacer una dieta variada y saludable. En este sentido, el Comité de Nutrición de la AEP considera que las galletas son un alimento sano si se consumen en las cantidades adecuadas y dentro de una dieta variada». Aunque justo después la AEP insista en la importancia de una alimentación equilibrada y no tanto en los alimentos que la componen, si una asociación de este calibre considera sanas las galletas industriales, las normalizamos para el desayuno y/o la merienda, consumiéndolas a diario porque total, es sólo 1 vez al día.
** Como dice Deborah García: «unas galletas caseras hechas con harina refinada, azúcar refinado, huevo y mantequilla, en poco o NADA se diferencian de cualquier #galleta industrial. El horno de nuestra casa no tiene unas propiedades mágicas que insuflan salud a los alimentos». Te animamos a hacer tú mism@ tus galletas probando con garbanzos, harinas integrales, harina de avena, avena, etc (consulta todas nuestras recetas aquí).