¿Por qué no obligar a los niños a comer?
Para nosotros esto fue vital. Comer nunca ha sido mi fuerte. Era un sufrimiento que se eternizaba en cada comida. Hasta que no me quedé embarazada, no supe lo que era el hambre, ni lo que era comer con gusto. Recuerdo que a mi marido le daba tiempo a echarse una siesta mientras yo terminaba…